Canto a la Fundación
de San Luis
Fue sólo un puñado quizás,
una treintena
que una fría tarde de
agosto, lejana,
al pie de estas
sierras del país de Cuyo
sentó sus reales con
fe y esperanza.
Jofré fundó entonces
San Luis de Loyola,
y fue para siempre la
heredad puntana.
Del acto solemne fue
el marco preciso,
el paisaje agreste,
la magia serrana,
y el viento salvaje
que nos distinguiera
en todo el contorno
como un monograma.
Y fueron testigos,
tal vez expectantes,
quizás recelosos,
hijos del Conlara,
pacíficos huarpes,
los algarroberos,
y tal vez no pocos
belicosos pampas.
Su sangre y la sangre
de los fundadores
fue el vital cimiento
de la idiosincrasia
de esta patria chica
que pese al embate
nunca abandonara la
Fe y la esperanza.
La Fe y la esperanza cubriendo
los días,
los años, los siglos,
cubriendo las llagas…
Por que desde entonces vivió resistiendo;
penosas sequías,
inmensas distancias,
el bárbaro ataque que
de tanto en tanto
todo lo destruía,
todo devastaba;
y hasta el Río Seco,
vertiente de vida,
que a veces negaba la
gracia del agua.
Pero aquel puñado se quedó
por siempre
con valor, modestia,
coraje y templanza,
y de tal raigambre surgió
nuestro pueblo,
nacido al conjuro de
mil acechanzas;
en la brega siempre,
como un solo hombre
por la Patria Grande,
por sus justas causas.
Fue solo un puñado quizás
una treintena.
De algunos el tiempo
los nombres rescata:
los Jofré, los Sosa, los
Lucio Lucero,
los Díaz Barroso, los
Muñoz de Aldana,
los Gomez Isleño y
otros, los pioneros,
que con estoicismo
por siempre asentaran
al pie de estas sierras,
San Luis de Loyola;
con Fe y esperanza,
la heredad puntana.
Y es tal vez por eso
que ante los embates
fuera desde entonces
como un atalaya…!
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